La historia

Gastronomía asturiana
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La historia

Cuando el cronista andaluz Andrés Bernáldez pretendió glosar la gran figura del almirante descubridor de un nuevo mundo lo hizo con estas palabras:

«En el nombre de Dios Todopoderoso, ovo un hombre de tierra de Génova, mercader de libros de estampa, que trataba en esta tierra de Andalucía, que llamaban Cristóbal Colón...».

Colón, el personaje de las geniales quimeras, el hombre cuyo origen perdura envuelto en historia nebulosa, arriba a tierras de Huelva, arropado en manto de leyenda, hacia el año 1485; un año después, en 1486, se entrevista en Alcalá de Henares con los Reyes Católicos y les narra su proyecto de abrir nuevas rutas, nuevos caminos de navegación, para el comercio de las especias.

«Las dotes sugestivas de Colón —escribe el marqués de Lozoya—, su geografía delirante, la poesía de sus sueños y, sobre todo, sus discursos proféticos y sus anhelos misionales conquistaron, sin duda, a la reina, que le permaneció fiel a través de todas las dificultades y de todos los desengaños».

Seis años después, el 17 de abril de 1492, se firman las capitulaciones que Colón exigía para su aventura, y tres naves, la Niña, la Pinta y la Santa María, se hacen a la mar, en el puerto de Palos, un viernes 3 de agosto de 1492. A las 10 de la noche del 11 de octubre de ese año, Colón, que velaba sobre el castillo de popa en la Santa María, creyó «ver una luz»; horas después, a la amanecida del día 12, Juan Rodríguez Bermejo, sevillano al que llamaban Rodrigo de Triana, fue el primero en divisar tierra firme. Era una isla a la que los nativos llamaban Guanahani y Colón la llamó San Salvador.

Nuevos viajes, nuevas tierras, nuevos descubrimientos. Después vendrían conquistas, luchas, colonizaciones, evangelización... Para algunos, una hazaña inigualable; para otros, una destrucción de culturas, cuando no un genocidio... Desde un punto de vista de historia gastronómica, un genial intercambio de productos alimentarios y de modos de cocina que de algún modo —en algunos casos muy importante— cambió las costumbres nutricias de Europa y de América.

Asturias, por supuesto, no fue ajena a ese cambio.