Gastronomía asturiana:
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Las torrijas
Suelen confundirse los términos picatoste y torrija cuando en realidad significan productos diferentes. Picatoste, o picatosta, es palabra que deriva de picar (trocear) y tostar (freír); significa, por tanto, rebanada de pan frita en aceite o en manteca. La torrija va más allá, pues, como dice Antonio Díaz Cañabate:
«La torrija no es nada; es un pedazo de pan frito con aderezo de leche y azúcar. Una torrija no se describe, se come, que es lo difícil, y se paladea, lo que aún es más complicado, y luego eleva uno los ojos al cielo, se bebe un vaso de vino y después otra torrija, y otra, y otra, y los vasos de vino congruentes».
Posiblemente las torrijas hayan nacido a la historia en tiempos de influencia conventual como medio de aprovechamiento de sobras de pan. Juan del Enzina, a finales del siglo XVI, utiliza la palabra torreja para designar a cualquier rebanada de pan o de fruta frita; Covarrubias al hablar de la canela asegura que «para confortar el estómago nada mejor que una tostada con canela», lo que hace suponer que se refiera a las torrijas; y el Diccionario de Autoridades, en 1739, define así este manjar: «rebanada de pan mojada en vino u otro licor, rebozada con huevos batidos y frita en manteca o aceite».
En Asturias la torrija recibe el nombre de torrexa o torreya. Apolinar de Rato las define como «pedazo de pan o de patata fritos». Y añade: «se dan con miel en carnaval y a las paridas».