Gastronomía asturiana:
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Cabritos y lechazos
Aunque la cabaña asturiana no es excesivamente rica en ganado ovino y caprino, sí posee ejemplares suficientes como para garantizar un relativo abastecimiento en este tipo de carnes; ejemplares generalmente más abundantes en comarcas próximas a zonas de montaña.
Los guisos y asados de cabrito, en Asturias, son tan viejos como la misma región y, en consecuencia, muy arraigados entre sus gentes. Algo parecido puede decirse respecto a corderos y lechazos, en la actualidad omnipresentes en todo tipo de celebraciones; lo más usual es prepararlos asados al modo castellano, siendo precisamente Castilla-León la comunidad que más abastece de este tipo de reses al mercado asturiano.
La influencia leonesa se aprecia muy bien en esta fórmula de asado recogida en Zureda (Pola de Lena):
«Se prepara un adobo con ajo, sal, perejil, laurel, orégano, tomillo y aceite; con él se adoba el lechazo (que habrá de pesar unos cinco kilos) y reposa así entre cuatro y cinco horas. Después, en cazuela de barro con un fondo de un poco de agua o de caldo, asa en horno bien caliente. Al finalizar el asado se recoge la salsa que queda en la fuente y, colada, se sirve aparte».