Gastronomía asturiana:
› Tesoros gastronómicos
› Tesoros de mar y piedra
Erizos de mar
Los oricios, aleznes, arcinos o arancinos son equinodermos moradores muy habituales de nuestros pedreros (Paracentrotus lividus). De cuerpo esferoide provisto de numerosas púas, y de color que varía entre el blancoverde y morado. Hasta hace muy poco tiempo era poco apreciado y lo consumían las gentes de costa próximas a las zonas de captura. En Gijón, por citar un ejemplo, solían venderse a paladas, y procedían de las comarcas más occidentales de Asturias (Valdés, Tapia de Casariego, Navia, etc.).
Los amantes de este marisco, enormemente rico en yodo, recomiendan comer crudos los oricios en sitiu abiertu, al sol, a deu y abriéndolos pol culo con un cuchillu, acompañaos de pan y regaos con sidra. Otros, más cuidadosos, prefieren una cocción previa y el uso de mazos y de cucharillas para facilitar la rotura del cascarón y la extracción de los corales (hueves, huévares).
La moderna cocina usa de los erizos de mar en múltiples preparaciones: tortillas, revueltos, patés, salsamentos para acompañar pescados... Tal es la aceptación de este antaño humilde marisco que en la actualidad se prepara en conserva, gozando de gran mercado.
Nada tiene de extraño esta moderna aceptación del erizo de mar. Julio Camba sintetiza sus excelencias en este párrafo:
«El erizo es un extracto de mar, un hálito de borrasca, una esencia de tempestades. Al primero que uno se toma, la boca no se le hace simplemente agua: se le hace agua de mar, con todos los olores y los sabores marinos. Y después de tomarse quince o veinte docenas —porque el tomar este marisco no es comer ni beber, sino respirar en pleno océano— la más fina langosta le sabrá a uno a galápago y las mejores almejas, a neumático de automóvil. No hay marisco alguno que sintetice el mar de un modo tan perfecto».